La inflamación es un proceso natural del cuerpo, una respuesta de tu sistema inmunológico para protegerte ante diversas circunstancias, como lo son algunas lesiones o enfermedades.

Es posible que estés sufriendo una inflamación de forma silenciosa sin darte cuenta, que puede tener consecuencias graves a futuro.

En mi consulta es muy común que lleguen pacientes que sufren de inflamación de este tipo, y que muchas veces suele derivar en diversas patologías.

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La inflamación puede ser:

  1. Inflamación aguda: se presenta en situaciones específicas y tiene una duración relativamente breve, de acuerdo a la gravedad de la lesión o enfermedad. Tiene una fase de resolución o reparación y así concluye el proceso. Ejemplo: cuando me caigo y me golpeo fuerte la rodilla, se me inflama, hay calor, dolor, pero con los días mejora y todo vuelve a la normalidad.

2. Inflamación crónica de bajo grado: suele ser más lenta y duradera y sin una sintomatología tan evidente. No hay fase de resolución o                               reparación, por tanto se crónica.

Hoy te hablaré justamente de este tipo de inflamación, que quizás no es tan “fuerte” como se presenta, pero que tiene unas consecuencias a largo plazo que pueden afectar tu salud notablemente.

Síntomas de la inflamación crónica

Los síntomas de la inflamación varían mucho de acuerdo a en qué parte del cuerpo se presente y qué la esté causando, sin embargo, la sintomatología de este enemigo silencioso del que hoy te hablo puede afectar tu cuerpo a largo plazo, manifestándose de las siguientes maneras:

  • Fatiga: te sientes con un cansancio excesivo y sin razón aparente.
  • Insomnio constante: te cuesta conciliar el sueño o no es reparador.
  • Dolor corporal.
  • Trastornos del estado de ánimo, como ansiedad o depresión.
  • Infecciones frecuentes
  • Aumento de peso

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El origen de muchas de las enfermedades no transmisibles es la inflamación silenciosa

 Enfermedades como el cáncer, la diabetes, algunas afecciones cardiovasculares, entre otras pueden tener su origen en una inflamación crónica o silenciosa.

¿Cómo ocurre? La inflamación puede ser una respuesta del organismo para proteger tu sistema de lesiones o enfermedades, pero cuando este proceso se mantiene persistente en el tiempo sin que responda a un propósito específico, se trasforma en algo destructivo.

Es un error de tu sistema que puede labrar el terreno para estas enfermedades como la depresión, la osteoporosis, pérdida de masa muscular, enfermedades renales, fibromialgia, enfermedades autoinmunes, entre otras

Los síntomas pueden ser algo engañosos y afectar además varios tejidos a la vez, por eso también recibe el nombre de inflamación de bajo grado (IBG), tiene participación de otro tipo de agentes inmunitarios y es consecuencia de alteraciones complejas del metabolismo celular: oxidación, fallos en las mitocondrias, aparición de productos de glicación, entre otros.

Además, aquellas personas con un nivel más elevado de moléculas inflamatorias en sangre tienden a enfermarse más, ser menos activas y más frágiles, y a padecer más enfermedades inflamatorias crónicas como demencia o enfermedades cardiovasculares e incluso fallecer prematuramente.

 Factores pro-inflamatorios: conócelos y redúcelos

 Existen en nuestro día a día algunos factores que pueden promover o ayudar a que se produzca y establezca este silencioso enemigo. Conocerlos te ayudará a detectar cuáles estás vivenciando para que puedas tomar las medidas correctivas y cuidar de tu salud de una mejor manera.

Sedentarismo

Sabemos, sobre todo hoy en día, que el trabajo nos lleva a estar cada vez más estáticos frente a un ordenador cumpliendo horas y horas de trabajo, luego a comer (muchas veces inadecuadamente) y a “descansar”, dejando de lado toda actividad física que nos brinde vitalidad y energía.

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Obesidad

No solo es una de las más importantes causas de la inflamación crónica, sino además de otras enfermedades asociadas, como la diabetes. La grasa, sobre todo la visceral segrega hormonas y proteínas inductoras de la respuesta inflamatoria.

Diabetes

Es una enfermedad en sí misma promotora de la inflamación crónica, que a su vez, es promovida por la misma inflamación, constituyendo entre ellas un ciclo interactivo que las perpetua a ambas.

Dieta hipercalórica

Esta alimenta principalmente, a las dos promotoras explicadas anteriormente. Una dieta que contenga exceso de calorías, grasas saturadas y con alta carga glicémica promoverá directamente la inflamación crónica.

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Tabaquismo

Induce la oxidación del sistema y la inflamación.

Estrés

Algunos estudios hablan de los efectos del estrés en nuestro organismo. Tanto el estrés físico como el psicológico son perpetuadores de la inflamación crónica, alterando nuestros patrones de sueño, alimentación y desarrollo normal de vida.

Poco o mal descanso

Cuando tenemos alteraciones del sueño se ven incrementadas los niveles de moléculas pro inflamatorias, por lo cual, es necesario conseguir un sueño reparador que permita regular y reparar nuestro sistema.

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Consumo excesivo de alcohol

Te he comentado anteriormente como afecta el consumo de bebidas alcohólicas en exceso, es hora de que sepas también, que además son promotoras de la inflamación crónica.

Consumo (frecuente o excesivo) de aceites vegetales refinados

Los aceites vegetales presentes en diversos alimentos procesados son generadores también de la inflamación, utiliza a los aceites vírgenes prensados en frío como el de oliva (el que más) o coco.

 

¿Cómo hacer frente a este enemigo silencioso?

 Ahora bien, la parte positiva de todo esto es que puedes revertirlo. Con algunos cambios en tu rutina y tu vida diaria podrías ayudarte a enfrentar esta inflamación silenciosa y mantener una mejor salud, y si te cuesta un poco, siempre puedes contar conmigo.

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Cuida los alimentos que consumes

En general, evita o elimina de tu dieta los alimentos pro-inflamatorios, como las grasas saturadas en exceso y especialmente las grasas hidrogenadas (que se encuentran en las margarinas y en muchos ultraprocesados), los aceites vegetales refinados (como el de soja, girasol o maíz) los carbohidratos refinados y muy azucarados (con alto índice glicémico) como bollería, pan blanco o refrescos.

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Reduce las calorías

Es importante que tu consumo de calorías se ajuste a tu gasto energético (deporte o actividades comunes), si no sabes cómo hacerlo, siempre puedes consultarme. Pero en general, una dieta con un aporte reducido en calorías que contenga suficientes nutrientes antiinflamatorios y un adecuado equilibrio de macronutrientes, ayudará a reducir la inflamación.

Cuida tu microbiota intestinal

Para ello consume alimentos fermentados o probióticos y ricos en fibras solubles e insolubles, lo cual te ayudara a tener una microbiota saludable.

Escoge grasas saludables

Consume en su mayoría grasas monoinsaturadas como la del aceite de oliva virgen extra o del aguacate, pero no olvides las grasas poliinsaturadas omega-3 presentes en los pescados azules, frutos secos y semillas y las saturadas provenientes de animales sanos, en una medida adecuada.

Todo lo anterior, acompañado de actividad física o ejercicios adaptado a tus necesidades, un buen descanso y momentos de esparcimiento (para evitar el estrés en exceso) te ayudaran a mantener fuera de tu alcance a este enemigo de tu vitalidad y salud.

Entonces, ¿te animas a ponerte manos a la obra para reducir tus niveles de inflamación silenciosa?

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Diego De Castro

Diego De Castro

Dietista Nutricionista y Coach de Nutrición

Soy experto en alimentación saludable y me dedico a ayudar a personas motivadas a generar nuevos hábitos que les permitan mejorar su calidad de vida y su salud.

Mis 10 años de experiencia en consulta y mi formación en coaching nutricional me han ayudado a implementar técnicas cada vez más eficaces.

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